Así es, después de muchos meses de duro ajuste por la pandemia del coronavirus, podemos decir sin temor a equivocarnos que la recuperación en el sector inmobiliario ha llegado para quedarse durante un tiempo, en lo que será una nueva fase expansiva del ciclo.
Si en 2020 la crisis del Covid-19 dio un vuelco a un sector inmobiliario que estaba en plena fase de maduración por la retracción de una demanda temerosa de una crisis económica de grandes proporciones y la menor actividad de inversores debido a las restricciones a la movilidad, que conllevaron caídas en los ritmos de venta y ajustes en los precios de vivienda, en 2021 la reactivación de la economía, con previsiones de crecimiento entorno al 6% este año y ligeramente superiores en 2022, y la vuelta a la normalidad en la actividad laboral en una España con un porcentaje de población vacunada con pauta completa superior al 75%, propician una recuperación que tendrá su reflejo en un cambio de ciclo inmobiliario.
Este ciclo se inicia en un entorno de máximos históricos en la tasa de ahorro de los hogares españoles tras la minimización del gasto por las familias durante la pandemia (un 85% de incremento entre abril de 2020 y abril de 2021), una mayor disponibilidad de crédito por las entidades financieras (con un aumento superior al 75% en el primer semestre de 2021) y una demanda embalsada (algo más de 100.000 viviendas iniciadas en 2019 frente a las más de 750.000 viviendas iniciadas en 2006 o lo que el sector considera una tasa normal de 250.000), que tiene decidido mejorar a una vivienda con superficies más amplias, con más luz y más espacios comunes, y que aplazó su decisión de compra hasta que la recuperación económica y la estabilidad laboral fueran una realidad.
Por otro lado, el stock generado durante la anterior crisis de 2007, especialmente en poblaciones medianas y pequeñas, que inició su recuperación entre 2014 y 2016 dependiendo de las localizaciones, está prácticamente absorbido, dando signos claros de escasez de oferta en diversas zonas.
Los datos de compraventa de viviendas avalan este despegue del sector. Si en los primeros meses de 2021 se registraban 39.000 viviendas vendidas al mes, en el inicio del segundo semestre se han registrado 50.000 operaciones en un mes, cifra que supera los datos de 2019 pre-pandemia.
También lo corrobora el ligero repunte de los precios de venta, con tasas de variación interanual en el segundo semestre de 2021 entre el 2,5% y el 3,0% en Madrid y Barcelona, y del 5% hasta 13% en otras muchas capitales de provincia.
Todo ello apunta a que buena parte de la demanda ha dado por concluida la crisis económica del Covid-19 y, apoyado en ella, el sector ha iniciado un ciclo expansivo en el segundo semestre de 2021 que durará unos cuantos años si el entorno económico y laboral acompaña paralelamente y, por los datos expuestos, este puede ser más intenso y de menor duración que en anteriores ocasiones.
Diversos expertos vaticinan que esta fase expansiva puede incluso desembocar en los próximos años en un nuevo boom inmobiliario, ayudado por la elevada financiación no bancaria existente en el sector por parte de fondos de inversión destinados principalmente a la compra de edificios y promoción de solares con destino al alquiler (build to rent) que podrían elevar los precios del suelo, sobre todo si las administraciones municipales y autonómicas no ayudan a terminar con su escasez, o por la mayor facilidad de acceso al crédito bancario por parte de un maltrecho sector financiero, que podría desembocar en otra guerra de hipotecas entre entidades como la experimentada en anteriores ciclos expansivos y por consiguiente en un aumento de la demanda.
Parece por tanto un buen momento para no aplazar más la decisión de compra de vivienda y unirse a un proyecto en cooperativa a precio de coste, sin duda una opción acertada en estos momentos.
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